Estos
rollitos de pollo es una de esas comidas improvisadas que cuando la
ves en la mesa te sientes satisfecha. Cuando te tienes que plantear una comida rápidamente hay que frenar en seco un instante y pensar un poquito, no hay que llevarse a la boca lo primero que se nos ocurra.
Hoy ni
siquiera íbamos a comer en casa y al final resultó que sí, así
que ¡hala!, a preparar comida para cinco. Voy a la despensa, tengo
patatas; y en el frigo unas pechugas de pollo. ¡Ufffff!, a ver qué
más, qué más, ... Mira tú por dónde hay un trozo de
chorizo y un túpper con 5 o 6 pimientos fritos (sobrantes de las migas del otro día) que me dicen a gritos
que les toca a ellos ser el relleno de las pechugas, que no siempre va a tocarles al jamón y al
queso.
Ahora
ya solo resta poner un toque gracioso y para éso opté por unos
piñones tostaditos. Date una horilla de tiempo más o menos y tanto
las patatas como las pechugas irán a la mesa a la vez.
Ingredientes
y elaboración
(para
5 personas)
1,200
k de patatas
300 g
de cebolla
3
medias pechugas de pollo (1,100 k)
6
pimientos fritos
100 g de chorizo
30 g
de piñones
80 ml
de vino blanco (Montilla-Moriles)
1 c/p colmada de maicena
250
ml de caldo
de ave
Sal
Pimienta
negra molida
Perejil
AOVE
Precalienta
el horno a 200º, calor arriba y abajo y coloca una balda en el
centro. Pela y corta las patatas en rodajas de medio centímetro, colócalas
en una fuente de horno lo suficientemente amplia como para que no
queden demasiado apelotonadas.
Corta
la cebolla en pluma gruesa, de unos 3-4 mm, e incorpórala a la
fuente con las patatas.
Ponles
sal, pimienta y un buen chorrito de aceite bien repartido. Revuelve
con una paleta o cuchara, tapa la fuente con papel aluminio y métela
en el horno. Programa 50 minutos de tiempo. Pasados los primeros
20-25 minutos saca la fuente, revuelve las patatas con cuidado de no
romperlas, retira el aluminio y deja que continúen horneándose.
Para
hacer los rollitos abre las pechugas para conseguir un filete grande.
Calcula 1/3 del grosor de cada una y haz un corte a lo largo sin
llegar a seccionarla del todo. Quedará como si fuera un libro
abierto con más grosor de un lado. Corta de nuevo a lo largo y hacia
la mitad de la parte más gruesa, siempre sin llegar a dividirla.
Ahora ya tienes la pechuga en una sola loncha. Conviene aplastar un
poco el filete obtenido para tener una superficie uniforme, lo que puedes hacer con
un espalmador, con un rodillo, con la maja del mortero, ...
Pon
una sartén a fuego medio-bajo, echa los piñones y rehógalos sin
dejar de moverlos hasta que estén doraditos. Se hacen en un momentín
así que no los pierdas de vista, que se te queman. Resérvalos.
Ve rellenando las pechugas. Ponles primero
una poca de sal y de pimienta, extiende los pimientos y reparte sobre ellos
el choricillo troceado y los piñones.
Envuelve
recogiendo hacia dentro los descuadres que haya para que te quede un
rollito rectangular y proporcionado. Asegúralo atándolo con un bramante o hilo de
cocina para que no se deforme al cocinarlo. Ponle sal y pimienta por
fuera.
Unta
ligeramente de aceite el fondo de la misma sartén en que se hicieron
los piñones, pon el fuego fuerte y cuando esté bien caliente marca
los rollitos hasta dorarlos. Retíralos y resérvalos calientes.
Cuando
a las patatas les queden 8 o 10 minutos de horno saca la fuente, haz
tres huecos para colocar entre ellas los rollos y que terminen de
hacerse juntos. Pincha las patatas y actúa según veas. Si aún les
falta algo para que estén del todo tiernas mantén la temperatura,
el nivel de la bandeja en el horno y el tiempo restante; si ya te
parecen perfectas coloca la fuente a un nivel superior y sube la
temperatura o dale directamente al gratinador durante 3 o 4
minutillos, lo justo para que cojan un bonito color.
Saca
los rollitos a una tabla de corte para que se enfríen un poco y los
puedas manipular. Mete en el horno un plato o una fuentecita para
servirlos en ella y que a la hora de llevarlos a la mesa se conserven calientes.
Retira el hilo de los rollos de pechuga y córtalos en rodajas de un par de centímetros de grosor. Resérvalos. En un último momento colócalos en la fuente que está calentita en el horno recomponiéndoles la forma.
Aprovecha
los residuos de dorar la carne que quedaron en la sartén para hacer
una salsa. Ponla a fuego medio, vierte el vino y deja que hierva a la
vez que rebañas el fondo de la sartén con una cuchara de madera para despegar los juguitos
que se quedaron allí adheridos. Cuando haya reducido casi a la mitad
incorpora la cucharadita de maicena disuelta en medio vaso de caldo o
agua y liga removiendo.
A medida que vaya espesando ve poniendo más
líquido hasta que tenga la consistencia que te guste, pero recuerda
que espesara algo más según vaya perdiendo calor. Dale el punto de
sabor poniendo la sal, la pimienta y el perejil. Baja el fuego al mínimo, deja que arranque a hervir muy suave y apártala.
Y
éste es el resultado de un aquí te pillo, aquí te mato de
un par de recortes que había en el frigo y otro par de ingredientes
del fondo de despensa. Claro que con unos huevos fritos con patatas,
a lo que yo he recurrido en incontables ocasiones, comes muy
requetebien, pero esta fuente de doraditas patatas con cebolla al
horno, las coloridas rodajas de jugosa pechuga rellena y la salsita
sabrosa y suave, son un buen ejemplo de platos con los que, además,
salir airosa.
Abreviaturas
c/p Cucharada de postre
g Gramo
k Kilo
ml Mililitro
mm Milímetro
AOVE Aceite de oliva virgen extra
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